Las marcas blancas están ganando terreno en el mercado de productos de consumo debido a sus precios más bajos en comparación con las marcas reconocidas. Estos productos, fabricados específicamente para las cadenas de supermercados con su propio nombre y logotipo, muchas veces ofrecen la misma calidad que las marcas tradicionales.

Por otro lado, existe un concepto menos conocido llamado “marca negra”, en el cual los fabricantes subcontratan la producción de algunos de sus productos sin informar al consumidor. Grandes empresas como Danone, Heinz, Bimbo, Nestlé o Kellogg’s recurren a la subcontratación para ahorrar costes y ser más competitivas en el mercado.

A pesar de esta práctica, la calidad de los productos no se ve afectada, ya que las marcas finales siguen manteniendo estrictos controles de calidad. Sin embargo, la falta de transparencia en cuanto al origen de los ingredientes puede plantear un problema para los consumidores preocupados por la procedencia de los productos que consumen.

Para muchos consumidores, estas empresas parecen ser fabricantes directos de los productos que compran, cuando en realidad subcontratan la producción y a menudo lo mantienen en secreto. A medida que la competencia en el mercado se intensifica, las marcas buscan formas de reducir costes y mejorar su rentabilidad, lo que a menudo implica la subcontratación de la producción de algunos de sus productos.

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