MÉXICO – Hoy en día hay muchas parejas en este país, ambos trabajando pero sin poder mantener a sus familias. Ganan demasiado dinero para pagar cupones de alimentos, pero no pueden comprar comestibles. Sus facturas de servicios públicos pronto podrían igualar su alquiler. Si sus trabajos están lejos de casa, empiezan a pagar tanto por la gasolina de sus coches como por la alimentación de sus hijos. Si necesitan cuidado de niños, son casi tan buenos como renunciar a sus trabajos y cuidar a los niños ellos mismos. Son la última versión de la clase económica que hemos visto hasta hoy, los trabajadores pobres. Se mueren de hambre junto a los pobres desempleados o subempleados.

La despensa mexicana ha sido un verdadero salvavidas en nuestra creciente población. Y ahora, también está en problemas. Pregúntale a su coordinadora, Martha Sturtz. Te contará en casi un sinfín de capítulos y versos de su vida, pero nunca te dirá los nombres de los cientos de personas que han traspasado las puertas de la despensa, un número creciente en una época de escasos fondos.

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